Historia

Comando nace de nuestras propias manos y ganas de transformar el mundo, los mundos de todas las mujeres, con el optimismo de quienes se lanzan a volar, pero con el pesimismo que implican nuestras existencias en contextos patriarcales, racistas, heterosexistas y las diversas violencias que sustentan tales poderes. ¿Cómo responder a eso? En un parque empezamos a entrenar con la convicción de “hacer lo nuestro”, casi como dibujando un dibujo del cual no conocemos su forma y, muchas veces, sin saber dibujar. Ninguna de nosotras era artista marcial, ni había tenido alguna experiencia en el mundo de la pelea deportiva, aunque todas, de un modo u otro, habíamos experimentado la violencia y estábamos determinadas a decir: “nunca más”. Éramos pocas, siendo guiadas por el Kru Enrique Medina, pero entrenamos con todo porque, al final de cuentas, son nuestras vidas las que deben ser prioridad de nuestras existencias.

Logo anterior Comando Colibrí

Y llega el día en que felices abandonamos el parque, pues ahora contamos con condiciones propicias para llevar a cabo un entrenamiento más completo: un lugar cerrado, un tatami, equipos de entrenamiento, un baño para mujeres, la asesoría de profesionales en la materia. Es un momento para agradecer a la vida y a quienes nos ofrecieron su apoyo, pues con el mismo se consolida Comando, ya no como un proyecto de fin de semana, sino como una escuela, es decir, un espacio de formación, compartición, de seguridad y de entrenamiento constante. La defensa personal como el feminismo es una práctica 24×7, sin excusas y con mucha alegría. En este momento se da otra transformación importante: se empieza a formar la primera generación de instructoras y, paulatinamente, nosotras asumimos todo lo que implica Comando: desde la formación técnica a la formación política, pasando por los cuidados y la sanación. Entonces, ya no estamos dibujando un dibujo sin conocer su forma, sino que estamos edificando, con base firme, un sueño compartido y la responsabilidad que el mismo implica: Comando Colibrí.

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Pasa el tiempo como la vida misma y el vuelo de las colibríes se hace fuerte, más colectivo. Nuestro vuelo nos ha llevado a muchas partes del territorio de la Abya Yala y otros extranjeros, a mundos digitales y reales, a diversos escenarios políticos y de activismo, lo cual nos ha permitido trabaja con un número amplio de mujeres, desde niñas hasta adultas y aprender mutuamente. También, nos ha permitido conocer aliadas sin cuyo apoyo todo sería más difícil.  Además, nos ha dado la oportunidad de contar con dos escuelas, un grupo de instructoras calificadas y una segunda generación de instructoras en formación. Ahora sabemos con certeza lo que queremos y lo que no y hacemos las cosas a la manera Comando donde sólo acción es acción, como dice uno de nuestros guías. Y no importa que tan grande sea el incendio que amenaza nuestro bosque –cuerpo territorio, comunidad del nosotras–, hoy estamos convencidas, más que nunca, que podemos vencer cualquier peligro, venga de donde venga, con una gota de agua en nuestros picos, porque somos comando, nos estamos entrenando, somos fuertes y, bajo ninguna circunstancia, dejaremos de hacer “lo nuestro”. ¿Cómo sabes quién eres si nunca has peleado?